Estamos a las puertas del día más sagrado del año para el pueblo judío. El día de expiación. Yom HaKipurim.
¿Cómo podemos reconciliar el Día de Expiación, con el hecho de que no hay Templo donde realizar la expiación ni Cohén Gadol que la ejecute?
¿Cómo reconciliar el kaporet anual con la expiación permanente y eterna que ha provisto para nosotros nuestro justo Mesías?
¿Cómo reconciliar “la sangre” del macho cabrío con la “sangre derramada” de Yeshua?
¿Cómo reconciliar la búsqueda del perdón, cuando se nos ha dicho que “todos nuestros pecados han sido perdonados” y “estamos completos en él”?
¿Cómo podemos afligir nuestras almas como si no hubiéramos encontrado expiación cuando Mashiaj, “con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que por medio de él se acercan a HaShem?
Tres importantes estudios de este solemne día
¿POR QUÉ MURIÓ IESHUA EN PESAJ
Y NO EN IOM KIPUR?
La pregunta presupone el principio mesiánico de que las fiestas de Levítico 23 son profundamente mesiánicas. Cada fiesta está relacionada y revela algún aspecto de la vida y ministerio mesiánico de Ieshua.
¿Por qué ayunar y orar
en Iom Kipur?
Un querido amigo mío declaró que puesto que Ieshua había logrado expiación eterna no era necesario ayunar y orar en Iom Kipur para obtener la expiación.
¿Ayunar en Iom Kipur?
No faltan las personas que piensan que lo que el Eterno quiso decir es que “afligir el alma” es algo espiritual, alegórico, que no tiene que ver con un ayuno, ya que el alma es algo no corporal.
Asuntos de Iom Kippur
La destrucción del Templo crea una situación de total desesperanza para todo judío que no ha descubierto en Yeshua la fuente permanente de expiación dada por el Eterno. La ausencia del Templo nos obliga a considerar que todo lo que en allí ocurría era una sombra de una fuente de purificación y expiación superior.
La Mishná (Yomá 8:9) nos informa de la respuesta que Rav Akiva dio a la comunidad judía desesperada por la falta de Templo en los días posteriores a su destrucción por los romanos. Esta fue su conclusión: “Feliz eres tú, Israel… ¿Quién te purifica? Tu Padre en los cielos”.
Después de la destrucción del Templo no hay otra alternativa que comprender que la fuente verdadera y auténtica de expiación no viene sino de nuestro Padre en los cielos. ¿Cómo podemos hablar de Yom Kipur sin Templo, sin Cohén Gadol y sin los dos machos cabríos asignados para tan solemne ocasión?
La misma pregunta nos la hacemos nosotros y bendito sea el Eterno que tenemos la respuesta: Yeshua es la propiciación dada por nuestro Padre en los cielos y su sangre derradama, superior a la de los machos cabríos, fue introducida en el lugar Santítismo del Tabernáculo no hecho de manos en los Cielos. Allí está él, como nuestro Cohén Gadol, intercediendo constantmente por su pueblo y por todos nosotros.
Mientras el Templo estuvo en pie, la relación del judío con HaShem era la de un siervo con su amo, la de un súbdito con su rey. Esto se evidenciaba por la manera cómo el cohén gadol tenía que entrar y salir del Lugar Santísimo: de frente al arca y retrocediendo varios pasos hasta que finalmente podía dar la espalda. Tal protocolo corresponde necesariamente al de un siervo ante su señor, un súbdito ante su rey.
Ahora que el Templo terrenal está destruido, y no tenemos sumo sacerdote de la familia de Aharón que pueda entrar allí a presentar la sangre del macho cabrío para la expiación, la lección debe ser aprendida: nuestro acercamiento a HaShem es la de un hijo a su Padre. Cuando un hijo se despide de su padre, el protocolo de un siervo ante su amo o de un súbdito ante su rey, deja de funcionar por naturaleza.
Por lo tanto, HaShem no solamente es nuestro Rey, es también nuestro Padre celestial y por tanto, El puede expiar nuestros pecados sin Templo y sin el protocolo sagrado de Yom Kipur ¡Y lo ha hecho por medio de su siervo justo, Yeshua HaMashiaj!
Cuando estudiamos todos los detalles relacionados con el Día de Yom HaKipurim como fue establecido en la ley de Moisés nuestro maestro, nos damos cuenta que lo intrincado de la ceremonia sugiere la idea de que sin Templo y sin aquellos complicados actos liturgicos es imposible obtener la expiación anunciados para el día del perdón nacional.
Es interesante notar que la respuesta de Rav Akiva no menciona la palabra “expiación”, sino “purificación”: “Feliz eres tú, Israel… ¿Quién te purifica? Tu Padre en los cielos”. Esto significa que el día de expiación contiene el componente adicional de “purificación” además de “expiación”.
A este hecho llama la atención Rav Shaul, una generación antes de Akiva, cuando afirma: “Si la sangre de machos cabríos (una alusión a los dos machos cabríos ofrecidos en Yom Kipur) y de toros y la ceniza de la becerra (roja) rociada sobre los inmundos, santifican para la “purificación” ritual, ¿cuánto más la sangre del Mashiaj…limpiará vuestras conciencias de las obras muertas para servir al Di-os viviente? (Carta a los judíos 9:13,14).
Por tanto, estando ya presente Mashiaj, la ausencia del Templo, del Cohen Gadol y de los machos cabríos relacionados con Yom Kipur, no afecta para nada la pérdida del protocolo del Día del Perdón, porque tenemos la fuente real de expiación, purificación y perdón que fueron expresadas por medio de ordenanzas que no eran la sustancia misma, sino la sombra que anticipaba una mejor esperanza.
Un milenio después de las reflexiones de Rav Akiva, otro maestro de Israel de origen español, Maimonides (Leyes de Teshuvá 1:3) escribiendo sobre el mismo tema, y haciendo una exégesis de Lev. 16:30, procura encontrar una solución apropiada a la difícil pregunta cómo obtener expiación sin Templo, sin sacerdocio y sin machos cabríos (que tengan un lugar dónde ser ofrecidos). Esta es su respuesta:
“Ahora que no hay Templo ni altar para la expiación, nos queda solamente el arrepentimiento. Por tanto, el arrepentimiento (teshuvá) expía por todo (tipo de pecado). Incluso si uno ha sido transgresor toda la vida y justo al final de la existencia se arrepiente, ninguna de sus transgresiones será recordada… y el día de Yom Kipur mismo expía para los que se arrepienten, como está escrito: “En dicho día se hará propiciación por ustedes”.
Como es evidente, Maimonides presenta dos ideas interesantes:
Primero, que la ausencia del Templo nos fuerza a considerar que el “arrepentimiento” exigido para Yom Kipur ya no es visto como un requisito de expiación, sino como la fuente de expiación.
Segundo, que el día mismo de expiación (Yom HaKipurim cronológico) más que los sacrificios y el protocolo exigido al cohén gadol, es fuente de expiación. En otras palabras, que las 24 horas que dura el día de Yom Kipur, el décimo día del séptimo mes de cada año bíblico, es en sí mismo, un medio por el cual la expiación puede ser obtenida.
Si juntamos ambas ideas, “el arrepentimiento y el día”, entonces lo que prometía Yom Kipur con todo el ceremonial realizado por el cohén gadol que incluía el uso de dos machos cabríos, uno para ser presentado ante el Señor detrás del velo y el otro para ser enviado a Azazel al desierto (Lev.16), son suficientes para obtenerlo y consecuentemente podemos prescindir de las exigencias de la ofrenda por el pecado exigida en la ley de Moisés.
Por tanto, la falta de Templo y la ausencia del servicio del cohén gadol juntamente con la ofrenda por el pecado relacionada con Yom Kipur, no impide para nada recibir los beneficios prometidos en Yom Kipur. Esto es extraordinariamente interesante especialmente cuando reconocemos que proviene de uno que afirma en el noveno de sus Trece Principios de Fe, que la Toráh “ no será ni en un ápice modificada ni cambiada por otra, ni Dios revelará otra Torá”.
Si esto es así, ¿cómo vamos a decir entonces que sin Templo, sin sacrificios y sin cohén gadol que ofrezca dichos sacrificios, según la ley de Dios, “que no puede ser ni en ápice cambiada por otra”, puede haber expiación y purificación, prescindiendo precisamente de todo el protocolo y ceremonial establecido y demandado por la Torah misma?
Por oro lado, si podemos encontrar la expiación y el perdón sin nada de lo exigido por la ley de Moisés en lo relacionado con la ofrenda de sacrificios exigidos para Yom Kipur, diciendo que el “día mismo de Yom Kipur” expía el pecado de los que se arrepientan, ¿por qué tanto Maimonides como Akiva como el resto de los sabios de Israel siguen insistiendo en orar por la reconstrucción del Templo: “Y reconstruye prontamente y en nuestros días el Santo Templo para que podamos ofrecer delante de tí, la ofrenda que expiará por nosotros, como nos los prescribiste en Tu Toráh por medio de tu siervo Moisés…”? (Sidur, rezo diario de shajarit).
Si como afirma Maimonides, el arrepentimiento y el Día mismo de Expiación son suficientes (sin Templo, ni cohén gadol ni ofrendas) ¿por qué entonces suplicar al Eterno, cada día, por la restauración de la “ofrenda que expiará por nosotros”, si ya dicha ofrenda no es necesaria según Maimonides?
Dios dice en Su Torah que para la expiación del pecado tiene que haber una “ofrenda por el pecado”, sin la cual no habría remisión ni perdón. Maimonides dice que esa ofrenda ya no es necesaria, porque el “arrepentimiento y el día mismo de expiación” son ahora la fuente de expiación segura para Israel.
¿Segura? ¿Expiación sin ofrenda por la expiación? Declarar que puede haber expiación sin una ofrenda por la expiación es alterar la ley de Dios, un asunto que el propio Maimonides afirma que no puede ser realizado, pues la Toráh: “no será ni en un ápice modificada ni cambiada por otra”.
Al afirmar que la ofrenda por el pecado exigida por la Toráh para Yom Kipur no es un problema y que podemos obtener expiación sin ella, Maimonides está negando sus propios principios de fe, está modificando y cambiando la ley de Dios.
Si decimos, como creyó Akiva, Maimonides y la mayoría de los maestros de Israel que siguen rechazando a Yeshua como Mashiaj, que basados en Oseas 14:2, Di-s por medio del profeta Oseas, posterior a Moisés, establece que las oraciones de los labios reemplazan los toros del altar, entonces tenemos que aceptar que “la ley levítica ha sido cambiada por Di-os mismo”, Su dador.
En efecto, por medio del Sidur (Oraciones de Shajarit), se enseña a creer a los hijos de Israel que Di-os ha cambiado su Ley y ha reemplazado los sacrificios del Templo, por la ofrenda de nuestros labios. Esta es la oración que los sabios que rechazan a Yeshua, demandan que cada día confiesen los hijos de Israel:
“Sea Tu voluntad, oh Eterno, nuestro Di-os y Di-os de nuestros padres que las alabanzas de nuestros labios sean apreciadas, aceptadas y gratas ante Ti como si hubiéramos ofrecido la ofrenda continua a su tiempo y como si hubiéramos estado en nuestro puesto, como está escrito:
“Serán sustituidos los toros (de las ofrendas) con (la plegaria de ) nuestros labios” ¿Cómo decir entonces: “Creo con perfecta fe que la Torah de Di-os no será ni en un ápice modificada ni cambiada por otra, ni Dios revelará otra Torá”?
Es evidente que la destrucción del Templo y la ausencia del cohén gadol que actúe como intermediario y la ofrenda misma cuya sangre debía ser ofrecida detrás del Segundo velo, es una terrible pérdida para Israel.
No obstante, las reflexiones de Maimonides nos ayudan a entender mejor la posición netzarita con respecto a este asunto. A fin de cuentas, la conclusión de Maimonides como la de Akiva es evidente: lo que tenía lugar en el día de Yom Kipur cuando el Templo estaba en pie, era representativo de un bien mayor que se buscaba.
En otras palabras, cuando se es incapaz de ofrecer lo que demandaba la ley, esto es, la ofrenda misma de Yom Kipur, con todo el ceremonial que la rodeaba, no obstante lo que aquellas ofrendas apuntaban y la fuente misma de dónde procedían, siguen vigentes y operativas a favor de Israel.
Esta es precisamente la conclusión a la que llegó primero que Akiva y Maimonides, Rav Shaul de Tarso. Solamente que Rav Shaul, más ortodoxo que Akiva y Maimonides, no se atreve a quitar nada de la ley de Moisés, sino descubrir que los requisitos y demandas de la ley son obtenidos de forma perfecta, mediante la intervención del siervo de HaShem, nuestro justo Mesías Yeshua.
Mirad cómo Rav Shaul explica este hecho, AUN ESTANDO EN PIE EL TEMPLO DE JERUSALEM, cuánto más cuando este fuera quitado del escenario bíblico según aparece documentado en la Carta a los Judíos creyentes en Yeshua ( 10:1-20) también desconcertados ante la llegada de Yom Kipur y el sacrificio de Yeshua por el pecado. Escribe el RaShTá:
1 Porque la ley levítica no es la sustancia misma de las cosas celestiales, sino el recipiente que contiene la sombra de los bienes venideros que han sido prometidos para venir, por lo que nunca puede perfeccionar a los que se acercan por esos mismos sacrificios que se ofrecen continuamente, año tras año (al decir año tras año, es una alusión a Yom HaKipurim). 2 Si así no fuese, los que se acercan a YHWH por medio de ella (la ofrenda expiatoria de Yom Kipur) una vez purificados, ya no tendrían más conciencia de los pecados y en tal caso, ¿no habrían cesado de ser ofrecidos? 3 Pero en ellos se hace memoria de los pecados, cada año (una alusión a la confesión de los pecados que el cohén gadol tenía que hacer anualmente, en Yom Kipur,por sí mismo y por todo Israel según la Lev. 16:21). 4 Porque es imposible que la sangre de los toros y machos cabríos pueda quitar el yétzer hará. 5 Por lo cual, interviniendo en esta edad presente dice (El RaShTá cita ahora del libro de Tehilim, posterior a la ley de Moisés): “Me hiciste comprender que Sacrificio y ofrenda no quisiste; 6 Ni me pediste holocaustos u ofrendas expiatorias por el pecado. 7 Entonces dije: Mira, traeré el libro donde está escrito de mí: Hacer Tu voluntad oh Di-os mío, es mi deseo”. 8 Diciendo antes: “Sacrificio y ofrenda no quisiste, ni me pediste holocaustos u ofrendas expiatorias por el pecado”, las cuales cosas son ofrecidas por medio de la ley levítica, 9 y diciendo después: “Hacer Tu voluntad es mi deseo”, quita lo primero para establecer lo segundo. 10 En esa voluntad somos santificados por la ofrenda del cuerpo de Yeshúa HaMashíaj, ofrecida una vez por todas. 11 Y ciertamente, todo cohen está de pie, día tras día, sirviendo y ofreciendo repetidamente los mismos sacrificios que nunca pueden quitar completamente los pecados (porque de haberlo hecho, ya no tendría que continuar ofreciendo tales sacrificios, como se dijo en vrs.2 y 3.) 12 Pero éste, habiendo ofrecido un solo sacrificio para siempre por los pecados, fue sentado a la diestra de Di-os, 13 de ahí en adelante, espera pacientemente hasta que YHWH ponga a los que se le oponen, por estrado de sus pies. 14 Porque con una ofrenda purificó para siempre a los escogidos. 15 Y nos testifica también la Rúaj HaKodesh, porque luego de haber dicho: 16 “Este es el pacto que haré con ellos, después de aquellos días, dice el Eterno; pondré mis leyes en sus corazones y en sus mentes las escribiré”, añade: 17 “Y ya no me acordaré nunca más de sus pecados ni de sus iniquidades”. 18 “Ahora bien, donde hay remisión de esas cosas, no hay necesidad de más ofrenda por el pecado” (de lo cual se deduce que todo lo que Yom Kipur apuntaba se logra plenamente por medio de aquel único y suficiente sacrificio que sí quita permanentemente los pecados). 19 Así que, hermanos, teniendo plena confianza para la entrada en el Lugar Santísimo por el alma de Yeshúa, 20 cuya vida nos abrió un camino nuevo y vivo a través de la cortina sagrada, esto es, su cuerpo, 21 y teniendo un Cohen Gadol sobre la casa de Di-os, 22 acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe obediente, purificados los corazones de mala conciencia y lavados los cuerpos con agua pura. 23 Mantengamos sin titubear la confesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que lo prometió”.
Como es evidente del texto, Rav Shaul no quita la ofrenda por el pecado exigida en la Ley de Moisés, como hace Maimonides, sino que expresa cómo esa ofrenda por el pecado es una alusión al Mesías, el siervo de Este es el gran contraste entre el RaShTá y Maimonides. El primero no cambia la ley de Dios, sino que transfiere el requisito de la ofrenda al cuerpo de Yeshua, mientras que Maimonides cambiando la ley de Dios, prescinde de esa ofrenda diciendo que es no es necesaria por cuanto el día mismo de expiación es el que expía para Israel. El hecho de que el SIDUR de oración tradicional suplica a Di-s cada día por la reconstrucción del Templo con la mira de poder ofrecer la ofrenda expiatoria exigida en la ley de Moisés, revela que la enseñanza de Maimonides está errada, que no es el día, sino lo que sucedía en ese día, lo que anunciaba la expiación.
La posición del RaShTá indica que debido al hecho de que dicha ofrenda expiatoria había que repetirla año tras año, entonces indicaba que no tenía méritos suficiente para quitar permanentemente el pecado. La conclusion de Rav Shaul es que tal hecho indica que aquellas ofrendas eran una sombra o alusión a una ofrenda por el pecado que una vez presentada, traería expiación permanente y completa para Israel, haciendo innecesaria su repetición anual. Esto es lo que afirma el RaShTà:
“Y ciertamente, todo cohen está de pie, día tras día, sirviendo y ofreciendo repetidamente los mismos sacrificios que nunca pueden quitar completamente los pecados (porque de haberlo hecho, ya no tendría que continuar ofreciendo tales sacrificios, como se dijo en vrs.2 y 3.) Pero éste (es decir, Yeshua) habiendo ofrecido un solo sacrificio para siempre por los pecados, fue sentado a la diestra de Di-os, de ahí en adelante, espera pacientemente hasta que YHWH ponga a los que se le oponen, por estrado de sus pies. Porque con una ofrenda purificó para siempre a los escogidos”.
En todo este proceso, Di-s no cambia su ley, sino que va alcanzando generación tras generación, lo que las figuras terrenales de la ley apuntaban, esto es a Mashiaj.
El caso del Sumo Sacerdote
El caso del sumo sacerdote (cohén gadol) ilustra este punto. Según la ley divina, solamente los hijos de Aharón podían ser sacerdotes. Y de entre los sacerdotes, solamente uno podía ser Sumo Sacerdote por la ley de la herencia.
El sumo sacerdote mismo tenía limitaciones. Por ejemplo, él no podía entrar al Lugar Santísimo detrás del segundo velo cuando quisiera. Esa prerrogativa la tuvo exclusivamente Moisés en sus días, mas no su sustituto Yehoshua (Oseas).
Por su parte, el cohén gadol solamente podía entrar detrás del segundo velo el día de Yom Kipur y no con las manos vacías, sino con la sangre del pacto, y no vestido como quisiera, sino exactamente como la ley demandaba, de otra manera, moriría. La Toráh es bien específica en esto:
“Di a Aarón tu hermano, que no en todo tiempo entre en el santuario detrás del velo, delante del propiciatorio que está sobre el arca, para que no muera… Con esto entrará Aarón en el santuario: con un becerro para expiación, y un carnero para holocausto. Se vestirá la túnica santa de lino, y sobre su cuerpo tendrá ropa interior de lino, y se ceñirá el cinto de lino, y con la mitra de lino se cubrirá. Son las santas vestiduras; con ellas se ha de vestir después de lavar su cuerpo con agua” (Lev. 16:2-4).
Está claro que el único sacerdote reconocido por la ley de Moisés capaz de ofrecer estos sacrificios a favor de Israel y entrar en el lugar santísimo, debía ser miembro por herencia biológica de la dinastía o casa de Aharón el hermano de Moshé Rabenu.
Sin embargo, las propias Escrituras Sagradas anuncian un sacerdote, superior a Aharón, que no proviene de sus lomos ni es establecido por la ley de la herencia biológica. Esto es lo que dice la Escritura, generaciones después de Sinaí:
“Juró Hashem y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre según la orden de Malki-Tzedek” (Tehilim 110:4)
¿Quién es este “tú” al que hacer referencia el salmista? Sabemos que el Salmo 110 es un salmo mesiánico que hace referencia a la grandeza de la posición exaltada del siervo de HaShem, el Mesías, de quien el propio David afirma, en el comienzo mismo del salmo, que es su “señor” (adoní, Vr.1).
El estado exaltado y superior de este sacerdote anunciado posteriormente a la ley de Moisés y que viene por la orden de Malqui-Tzedek, no de Aharón, es evidente en el salmo mismo, toda vez que el propio David, de quien el Mesías es descendiente, lo considera su “adón”, su amo o señor.
Yeshua mismo hizo referencia a este salmo mesiánico cuando confrontando a sus oponentes en sus días les hizo esta pregunta: ¿Qué pensáis del Mesías?¿De quién es hijo? Ellos respondieron: ¨De David”, entonces el Maestro replicó diciendo: ¿Cómo entonces David lo llama su señor? (Una referencia al Salmo 110:1). Yeshua presiona más y dice: “Si David lo considera su “señor” como es “su hijo”? (Mt.23:4146).
La pregunta del Maestro revela que el Mesías es superior a David y al mencionar el Salmo 110, lo consideró un salmo mesiánico, es decir, un salmo que profetiza de la venida del Mesías, su ascendencia y su superioridad.
En otras palabras, nuestro justo Mesías no es simplemente un descendiente biológico de David, es mucho más que eso.
Los aborcionistas de la redención, procurando esconder la fuerza de este salmo mesiánico, afirman que el uso de “adoní” en el verso primero, siempre es una referencia a lo profano, nunca lo sagrado, por lo tanto, ni habla del Mesías ni tampoco sugiera que el Mesías tenga una exaltada naturaleza mas que simplemente un descendiente biológico de David.
El Rabino Tovía Singer, uno de los “saulos de Tarso” modernos, que aun no ha llegado al punto apropiado en su camino a Damasco, se atreve a afirmar de este salmo lo siguiente: “El salmo 110 representa una de las peores traducciones hechas por los escritores del Nuevo Testamento… la palabra “adoní” es usada en las Escrituras solamente para lo profano, nunca para lo sagrado…” (Outreachjudaism-Salmo110).
¿Será esto cierto? Lamentablemente para el Rabino Singer las Escrituras dicen otra cosa. Por ejemplo, en Yehoshua (Josué) 5:14 se usa la expresión “adoní” nada menos que para referirse al ángel del pacto, un mensajero celestial enviado para asistir a Yeshua (Josué) en la conquista de la tierra.
Tan grande era este mensajero divinamente comisionado para estar al lado de Yehoshua (Josué) que le ordena al asistente de Moisés “quitarse sus zapatos” ante su presencia, exactamente como hizo con el maestro en lo relacionado con la zarza ardiente (Ex.3:1-6).
¿Cómo afirmar que estos santos mensajeros celestiales que llevaban incluso el Nombre Bendito en ellos, mientras desarrollaban su misión divinamente ordena considerarse “profanos” y nunca “sagrados? Es evidente lo contencioso de dicha afirmación.
El rabino Singer lo único que procura con estas manipulaciones de las Escrituras es arrastrar los incautos fuera de su relación con Yeshua como Mesías procurando demostrar que debido al uso “profano de adoní”, el Salmo 110 no es un salmo mesiánico. ¿Será cierto eso?
Para mal del rabino Singer, así como el resto de los mitnagdim (opositores) de Yeshua, las fuentes judías antiguas contradicen sus interpretaciones tendenciosas.
Es claro que este Salmo es visto como “De David”, y para todos es sabido que “David” siempre es presentado en el judaísmo como un prototipo del mesías de Israel, que reúne en sí mismo dos funciones extraordinarias, la sacerdotal y la realeza (monarquía), es decir, que el Mesías es rey por un lado y sacerdote por el otro.
David construyó un altar personal y ofreció sacrificios al Señor como si fuera sacerdote (2 Samuel 24:25) y sus hijos en la carne son vistos como “cohanim” (sacerdotes) en las Escrituras Sagradas (2 Sam.8:18), aun cuando se traduce allí “príncipes” para eliminar la aparente contradicción. De esto se deduce que David reunió en sí mismo dos figuras mesiánicas interesantes, la sacerdotal y la real, es decir, que el Mesías sería tanto sacerdote como rey de Israel.
Sin embargo, David nunca es visto en la escritura como “sacerdote para siempre”, este es un título exclusivamente reservado para el Mesías, no para David.
El rol sacerdotal del Mesías es aceptado en las fuentes judías más antiguas. De hecho, un comentario judío al pie de página sobre Zacarías 3:8 es sumamente interesante. En el capítulo 3 de Zacarías se habla de un sumo sacerdote llamado Yeshua.
En un punto de la profecía, al cohén gadol Yeshua se le promete que Di-os mismo se encargará de traer a “mi siervo el Renuevo”. ¿Quién es este “renuevo”? La New Jewish Publication Society Version introduce un comentario judío de la profecía de Zacarías 3:8 sobre la identidad de ese “renuevo”, afirmando que se trata del “futuro mesías de la línea de David”. La nota da otras referencias fortaleciendo su posición y que son: Jeremías 23:5,6; 33:15,16; Is.11:1.
La profecía pues de Zacarías 3:8 anuncia a los sacerdotes de Israel la venida de un “renuevo”, o sea, el Mesías. Es interesante añadir que justamente en el siguiente capítulo de su profecía (Zac.4:11-13), se presentan “dos olivos” cuya identidad es aludida en el texto sagrado: se trata de un “rey” que también es “sacerdote”, siguiendo el prototipo de David que ejerció funciones sacerdotales mientras que era, por naturaleza, el rey de Israel.
Esto contrasta con el hecho de que su predecesor en el trono de Israel, Saul, el rey, perdió el reino precisamente por atreverse a hacer un sacrificio a YHWH sin estar autorizado ( 1 Sam. 13:14) y lo mismo ocurrió al rey Uzías, quien siendo un magnífico rey, fue severamente castigado con plaga de lepra por asumir posiciones sacerdotales que no le correspondían (2 Crón. 26: 16-26). Nada de esto sucedió con David a quien se le permitió ejercer función sacerdotal juntamente con la realeza.
Esto fue divinamente permitido para enfatizar el hecho de que David es un prototipo del Mesías quien sería por un lado sacerdote y por el otro, rey. No obstante, como hemos apuntado, a David nunca se le dijo en ningún lugar de la Escritura, “Tu eres sacerdote para siempre según el orden de Malqui-tzedek”. Esta es una declaración que David mismo, por el Espíritu, hace de aquel a quien considera “su señor”, es decir, el Mesías.
Debido al hecho de que el Mesías tiene un rol sacerdotal por un lado y un rol monárquico por el otro, su revelación a Israel sigue ese modelo bíblico: Primero se presenta como sacerdote y luego se presentará como rey. Ignorar estos dos roles de Mesías es un serio daño a la promesa mesiánica dada a nuestro pueblo. Por otro lado, nunca se le ha dicho a David que se sentaría a la “diestra de YHWH, hasta que todos sus enemigos fueran puestos bajo sus pies”. David tuvo victoria sobre sus enemigos durante los días de su vida, pero no después de sus días en la tierra.
Además de esto, el salmo incluye una declaración que difícilmente puede aplicar al David biológico, toda vez que habla de un reino mundial mas que limitado a Israel (Vr.6). Es debido a estas razones que muchos sabios antiguos de Israel no dudaron en aplicar este Salmo al Mesías. El Midrash Tehilim 2:9, 18:29 afirma que este salmo lo escribió David en referencia al Mesías.
Por su parte, el rabino Sadia Gaón, en su comentario de Daniel 7, explica que cuando “uno semejante al hijo del hombre fue acercado al Anciano de Días”, estaría cumpliéndose la promesa dada por medio de David: “El Eterno dijo a mi señor, siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies” lo cual es, sin duda alguna, una referencia al Salmo 110:4. Esto demuestra que el salmo 110 fue visto como mesiánico por el rabino Sadia.
Explicando más sobre las evidencias que demuestran la mesianidad del Salmo 110, es interesante notar el comentario que se hace en Avot de Rabí Natan (34:6) donde se afirma: “Los dos hijos del aceite (refiriéndose a las funciones sacerdotales relacionados con el aceite de la unción sagrado) son Aharón y el Mesías, pero de los dos, el Mesías es el más amado”.
Así pues, el Mesías tiene dos funciones extraordinarias, una como sacerdote, (Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Malqui-Tzedek) y otra como rey (He puesto mi rey en mi santo monte).
Como sacerdote, antes de establecer su trono firmemente en la Casa de Israel y traer las paz sin limites que anunciaron los profetas (Is.11), el problema del pecado en el corazón del hombre debía ser tratado.
Para ello, el Mesías debía presentarse en su función sacerdotal. De ahí la declaración profética: “Tu eres sacerdote para siempre según el orden de Malqui-Tzedek”.
Habiendo demostrado que el Salmo 110 es un salmo mesiánico, según nuestras propias fuentes judías, retomemos nuestro tema.
Decíamos que está claro que el único sacerdote reconocido por la ley de Moisés capaz de ofrecer estos sacrificios a favor de Israel y entrar en el lugar santísimo, debía ser miembro por herencia biológica de la dinastía o casa de Aharón el hermano de Moshé Rabenu.
Sin embargo, las propias Escrituras Sagradas anuncian un sacerdote, superior a Aharón, que no proviene de sus lomos ni es establecido por la ley de la herencia biológica (Salmo 110:4).
La pregunta no puede esperar por más tiempo: Si la fuente de expiación segura para Israel viene por medio del sacerdocio aharónico, ¿qué necesidad habría de introducir en el mundo otro sacerdote diferente, según el orden de Malqui-Tzedek no según el orden de Aharón? Rav Shaul escribiendo sobre esto (Hebreos 7:11-8:7) nos responde diciendo:
“Por tanto, si en verdad la perfección fuese por medio del sacerdocio levítico (porque bajo él ha recibido el pueblo la Torah), ¿qué necesidad había de que se levantara otro Sacerdote según el orden de Malqui-Tzedek y que no fuera llamado según el orden de Aharón? Pero cambiado el sacerdocio, necesariamente ocurre también un cambio de ley. Porque aquel acerca del cual se dicen estas cosas, es de otra tribu, de la cual nadie sirvió al altar. Porque fuera de toda controversia, nuestro Adón nació de Yehudáh, tribu sobre la cual nada ordenó Moshé acerca de cohanim. Y es aun más evidente, si a semejanza de Malki-Tzédek, se levanta otro Cohén que no ha llegado a serlo según la ley de un mandamiento dado a mortales, sino de una ley ligada al poder de una vida indestructible, pues se da testimonio diciendo: “Tú eres Cohén para siempre, por la palabra (según el orden) de Malki-Tzédek”
Porque, ciertamente hay aquí una alusión acerca de la revocación que vendrá de un mandamiento previo, a causa de su debilidad e ineficacia, pues nada perfeccionó la ley sacerdotal, sino que fue dada como anticipo de una mejor esperanza, por medio de la cual, nos acercamos a Di-os. Por la superioridad de esto, Yeshúa ha venido a ser el garante de una mejor alianza. Pues los otros cohanim llegaron a ser muchos, debido a que, por la muerte, no podían continuar. Pero éste, a causa de que permanece para siempre, tiene un sacerdocio permanente e intransferible. Es por ello que puede garantizar la vida eterna a los que por medio de él se acercan a Di-os, viviendo siempre para defender su causa.
Y es evidente que tal Cohen Gadol nos convenía: kadosh, inocente, puro, separado de los pecadores y exaltado por encima de los cielos; que no tiene necesidad cada día, como los actuales sacerdotes, de ofrecer primero sacrificio por sus propios pecados y luego por los del pueblo; porque esto hizo una vez por todas, ofreciéndose a sí mismo. Porque la ley sacerdotal constituye sumos sacerdotes a hombres rodeados de debilidad; mas la palabra del juramento, dada después de la promulgación de la ley, al Mashíaj, quien ha sido perfeccionado para siempre. Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es esto: tenemos un Cohen Gadol que fue sentado a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, Jazán de las cosas sagradas y del auténtico Tabernáculo que construyó el Eterno, no un hombre. Porque todo cohen gadol es constituido para presentar tanto ofrendas como sacrificios; por lo cual, es necesario que el Mashíaj también tenga algo que ofrecer. Así que, si estuviera en la tierra, ni siquiera podría oficiar como sacerdote, habiendo quienes presentan las ofrendas según la Toráh; los cuales sirven a un reflejo y proyección de las cosas celestiales, como le fue advertido a Moshé cuando estaba para terminar el Tabernáculo:
“Asegúrate de hacer todas las cosas según el modelo que te fue mostrado en el monte”.
Pero ahora, ha obtenido un oficio divino superior, por cuanto también es mediador de una mejor alianza, establecida sobre mejores promesas. Porque si aquella primera hubiera sido sin defecto, jamás se habría procurado lugar para la segunda¨.
¿Podemos comprender la profundidad de estas palabras? Varias cosas tienen aquí que ser subrayadas con doble línea y en negrita:
Primero: En todo este proceso, Di-s no cambia su ley, sino que va alcanzando generación tras generación, lo que las figuras terrenales de la ley apuntaban, esto es a Mashiaj.
Segundo: La introducción de la promesa de un nuevo tipo de sacerdote establecido para “siempre” indica que por medio de él lo que se procuraba alcanzar a través de la figura de Aharón, se alcanzó plenamente en Yeshua.
Tercero: Que tenemos una fuente de expiación permanente y segura anunciada en el Yom Kipur ofrecido en el tabernáculo terrenal, la sangre derramada de Yeshua que fue introducida en el Tabernáculo Celestial.
Cuarto: Que tenemos un cohén gadol que intercede por nosotros permanentemente.
Quinto: Que la ausencia del Templo, del cohén gadol terrenal y los sacrificios relacionados con Yom HaKipurim, no afectan para nada la fuente de expiación y purificación que hemos alcanzado por y a través de Yeshua, el sumo sacerdote de los bienes venideros.
Sexto: Que no es necesario volver nuestros ojos a la figura de las cosas celestiales en busca de expiación, sino levantar nuestros ojos al cielo y echar mano a la fuente de expiación perfecta obtenida por el servicio sacerdotal ofrecido a YHWH por medio de nuestro representante legal, Yeshua el Mesías, en su función como sacerdote según el orden de Aharón.
Séptimo: Que la liturgia que seguimos en Yom Kipur no puede estar orientada hacia la reproducción de los sacrificios que no nunca pudieron quitar el pecado, sino a la sustancia de aquella sombra, la cual es la función sacerdotal del Mesías Yehoshua.
Octavo: Que debemos ser cuidadosos a la hora de hacer ciertas confesiones en Yom Kipur como si aun estuviéramos en la sombra y no en el cuerpo anunciado en la sombra, porque de hacerlo así, estaríamos negando la eficacia de aquellos méritos derramados y ofrecidos a nuestro favor.
יוֹם כִּפּוּר
IOM KIPPUR
Porque en este día se hará expiación por vosotros, y seréis limpios de todos vuestros pecados delante del ETERNO. Día de reposo es para vosotros, y afligiréis vuestras almas; es estatuto perpetuo. (Levítico [Vayikra] 16:30-31)
Al anochecer del próximo martes 4 de octubre de 2022
10 de Tishri de 5783
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